
Atala, Alejandra. Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay: la fiera inteligencia. Ed. Del otro Tipo, 2014, 264 páginas.
ISBN 978-607.96398-5-3
Este libro que el lector tiene en las manos narra un encuentro extraordinario entre una mujer y un hombre. El hombre es un escritor terriblemente exigente con lo que sabe, con lo que lee, con lo que escribe; un artista ambicioso que no hace ninguna concesión; un auténtico gran maestro. Más de una vez los dioses lo han cegado; los dioses acostumbran cegar a quienes quieren perder para que la pasión los arrastre; en días y noches de tormenta el hombre se ha debatido entre el llamado del deber y los arrebatos de la carne. La mujer es hermosa, inquieta, atrevida; quiere hacerse escritora. Reconoce en el hombre a un guía indiscutible; le muestra lo que escribe, sigue sus pasos y sus lecturas. La mujer es mucho más joven que el hombre; podría ser su hija, pero es su nuera, la esposa de su hijo. A lo largo de años han establecido un estado de equilibrio entre ellos y con la familia. Un día se descubre que el hombre tiene cáncer; insospechadas formas de dolor lo asaltan; su entereza se quiebra… Con enorme lucidez, compasión y valentía, Alejandra Atala va y viene en el tiempo para contar esta conmovedora historia que nos entrega dos grandes personajes literarios hechos de sangre y fuego.
Felipe Garrido

Atala, Alejandra. Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay: la fiera inteligencia. Ed. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, Pachuca, Hgo, 2003 301 páginas
ISBN 978-607-7878-49-0

“Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay: la fiera inteligencia” de Alejandra Atala, la bella e inteligente alumna de Ricardo Garibay rescata con profunda ternura y respeto las horas y los terrores de su relación con uno de los grandes escritores mexicanos y posiblemente uno de los más incomprendidos, muerto de cáncer a los 76 años.
Muy pronto, Garibay supo lo que era “Beber un cáliz” porque en su literatura hay rabia y dolor. Garibay a quién entrevisté en su casa de Cuernavaca y en el Distrito Federal me pareció apocalíptico, pesado y admirable. Su voz de trueno y su sola presencia lo convertían en el Popocatépetl. Con él, las emociones se encendían, no había ninguna contención, ninguna sensatez. Siempre fue él “la casa que arde de noche”. Su vida era énfasis, pasión y así lo retrata su heredera literaria, Alejandra Atala, depositaria de su elocuencia y sus cuestionamientos. “¡Qué hombre tan exaltado!” –pensé. Y que hombre tan demandante. A su entonces discípula le obsequió dos frases memorables: “Yo no me voy a bajar, Alejandra, tú tienes que hacer lo posible por subir y entender todo lo que te digo. No es abuso, sé que puedes”. La segunda frase, la dijo cuando la autora era una quinceañera: “Es usted una joven muy hermosa, tendrá que trabajar para que su espíritu supere la belleza de su cuerpo ¿entiende?”
Felicito a Alejandra Atala por su excelente: “Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay, la fiera inteligencia”.
Elena Poniatowska Amor
Desde muy pequeña Alejandra Atala conoció a Ricardo Garibay y fue su alumna. Años después, por azares del parentesco político, le tocó convertirse en su nuera.
A lo largo de este tiempo mantuvieron una relación estrecha, sensible e íntima, como a veces sólo las hay en las novelas, en una genuina reivindicación de la “amistad romántica” que parecía haberse diluido en el siglo XIX. Interlocutora siempre con la altura de un conversador exigente e inquisitivo, discípula y receptora activa de un pensamiento torrencial, presencia constante y tierna al lado de un hombre que se muere, cronista sincera –pero jamás mórbida- de una vida cotidiana, la autora nos abre la puerta a un horizonte que, con todo derecho, pudo haber reservado sólo para sí tras la muerte de su amigo. Su testimonio escrito no vale tanto por abrirnos el mundo privado de un notable hombre de letras sino, más bien, por narrar de manera honesta el emocionante encuentro de dos personas que supieron quererse.
Rogelio Carvajal
Atala, Alejandra. Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay: la fiera inteligencia. Ed. Océano, México, D.F., 2003 250 páginas
ISBN 970-651-753-7
“Cuatro años después de la muerte de Garibay apareció la primera edición del libro de Alejandra Atala, Señor mío y Dios mío. Ricardo Garibay: la fiera inteligencia, que ahora reedita el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo. Un libro atípico en nuestro ambiente literario, no sólo por revelar aspectos de la vida privada e íntima del escritor (¿puede haber algo más íntimo que atestiguar el sufrimiento y la muerte de un ser querido?), sino por la forma en que nos lo presenta: sin ambages, con total sinceridad, incluso con cierta crudeza. Escrito en forma de diario o bitácora íntima ?abarcando cinco meses de 1999, desde un mes antes de la muerte de Garibay, ocurrida el 3 de mayo de ese año?, este libro es al mismo tiempo muchos libros: elegía, íntima elaboración luctuosa, recuento memorioso de amistad y maestrazgo, exploración y autoexplicación de una personalidad sumamente compleja, ajuste de cuentas, diálogo de ultratumba, pero, sobre todo, un acto de amor y justicia, con el que la autora procesa su luto ante nuestros ojos, pues “nunca se está más cerca de la vida que cuando se está cerca de la muerte. Parece que el dolor es síntoma inequívoco de la vida… y nunca se está más cerca de la muerte que cuando se está cerca de la vida, pues la anestesia que aparece como humano lenitivo cuando padecemos, impide la total visión del dolor”.
Ricardo Garibay -El Minotauro ante su espejo, por Guillermo Vega Zaragoza